Un activista de la organización ecologista Greenpeace coloca una señal antinuclear en la Cuádriga de la Puerta de Brandemburgo, en Berlín, el domingo 29 de mayo de 2011.

Un activista de la organización ecologista Greenpeace coloca una señal antinuclear en la Cuádriga de la Puerta de Brandemburgo, en Berlín, el domingo 29 de mayo de 2011.

Alemania se convirtió este lunes en la primera gran potencia industrial que renuncia a la energía atómica, al decidir el cierre de sus últimos reactores en 2022, a raíz de la catástrofe de la central nuclear japonesa de Fukushima.

"Somos la primera gran nación industrial que da el viraje hacia las energías renovables", dijo en conferencia de prensa la canciller alemana Angela Merkel, que agregó que Alemania asumía un papel de "precursor" en el mundo.

En la noche del domingo, el ministro de Medio Ambiente, Norbert Rottgen, había anunciado el fin de la energía nuclear en Alemania y, sobre todo, había detallado el calendario del cierre de las centrales.

"Tras largas consultas, la coalición se puso de acuerdo para poner un término al recurso a la energía nuclear", declaró a la prensa Norbert Rottgen, al cabo de siete horas de negociaciones nocturnas en la oficina de Merkel.

Catorce de los 17 reactores alemanes ya no estarán en servicio hacia fines de 2021, y los tres últimos -los más recientes- funcionarán hasta fines de 2022 a más tardar, precisó el ministro, que calificó la decisión de "irreversible".

Los siete reactores alemanes más antiguos ya habían sido desconectados de la red de producción de electricidad, a la espera de una auditoría solicitada a mediados de marzo por Angela Merkel, tras la catástrofe de Fukushima.

Estos siete sitios -además de un octavo, que tiene reiteradas fallas- ya no serán reactivados, dijo el ministro. El Gobierno formalizará su decisión el 6 de junio.

Alemania tendrá que hallar antes de 2022 la forma de producir 22% de sus necesidades en electricidad, actualmente asegurados por las centrales atómicas. "Nuestro sistema (de suministro) en energía debe y puede ser fundamentalmente modificado", insistió Angela Merkel ante la prensa.

Alemania apunta a acelerar la construcción de centrales convencionales y eólicas y, al mismo tiempo, reducir en 10% su consumo eléctrico antes del 2020, según una hoja de ruta validada por la colación en el Gobierno.

Los Verdes, cuya popularidad se disparó tras el accidente de Fukushima, insisten en la necesidad de recurrir a las energías renovables, en lugar de las centrales de carbón.

"No se trata solamente de saber cómo salimos del nuclear sino también a qué velocidad, y con qué ambición ingresamos en las energías renovables", subrayó la copresidenta de los Verdes, Claudia Roth.

Los opositores al átomo, que se han manifestado con frecuencia en los últimos meses, anunciaron su intención de volver a hacerlo este fin de semana.

Al decretar el final del nuclear civil en 2022, Merkel retoma una de las promesas más importantes del inicio de su segundo mandato, que fue también una de las principales de su campaña para las legislativas del otoño boreal 2009.

A fines de 2010, Merkel hizo votar -en contra de su propia opinión pública- una ampliación de 12 años en promedio de la duración legal de explotación de los reactores del país, que un precedente gobierno de coalición entre socialdemócratas y Verdes decidió detener en 2002.

Así, Merkel provocó una aumento de los sentimientos antinucleares en Alemania, que se tradujeron en masivas manifestaciones, la última de las cuales, el sábado, congregó a 160.000 personas en 20 ciudades del país.

Pero el momento decisivo fue la catástrofe de la planta nuclear de Fukushima en marzo. Merkel detuvo inmediatamente las centrales más viejas y lanzó una reflexión sobre el abandono del nuclear civil.

Este cambio fue considerado como una maniobra oportunista y no pudo impedir la dura derrota el 27 de marzo en las elecciones regionales de Bade-Wurtemberg (al suroeste), feudo electoral de los conservadores, que gobernaban la región desde hacía 50 años.

Así, fueron sacados del poder por los Verdes, que por primera vez han tomado las riendas de una región. El Gobierno de Merkel tendrá ahora que hacer frente al previsible enojo del poderoso lobby nuclear alemán, que no duda en agitar el espectro de gigantescos fallos del suministro eléctrico, especialmente en invierno.